Las historias de Papi Porro

Sierra Nevada de Santa Marta – By Dr Brains, via Wikimedia Commons
¡Probad esto, chicos! Mirad que dorada es, a primera vista parece dulce pero en la intimidad se revela salvaje. Viene de Colombia y hace unos cuarenta años nos hacia soñar a todos. En Europa se encontraba únicamente en algunos coffee shops de Amsterdam y no siempre estaba disponible. En los Estados Unidos estaba de moda por todos lados, sobre todo en California. Los amigos que volvían de allá nos hablaban maravillas de ella. Todavía estaba la guerra de Vietnam, el flower power de los hippies, los conciertos de Grand Funk Railroad y la colombiana la encontrabas por todas partes.
De hecho, lo supe más tarde, el mito era la obra de dos fanáticos de la buena hierba. Jóvenes gringos que sabían hacerlo bien con la planta. Los vamos a llamar Bill y Bob. Ahí llegan a Santa Marta desde California. Es una ciudad muy bonita en la costa del Caribe, en la desembocadura del río Magdalena que viene del sur, en la cordillera. Pero sobre todo, detrás de la ciudad de Santa Marta está la sierra del mismo nombre y en este monte los indios cultivan la marihuana desde hace mucho. Al Libertador Simón Bolivar le gustaba fumar un pitillo en su hamaca y siempre llevaba un poco de la hierba dorada para ofrecer como regalo diplomático.
Bill y Bob pensaban en grande. Sabían cuanto los jóvenes americanos le tenían cariño a la buena hierba. En unos meses industrializaron lo que hasta entonces era un cultivo tradicional a pequeña escala. Reclutan ingenieros agrónomos locales, contratan pueblos enteros de cultivadores, un escuadrón de camiones y una banda de matones para proteger el negocio. La Colombia Gold llega de a toneladas a los Estados Unidos por todos los medios disponibles y Santa Marta registra un nivel de prosperidad repentino y bienvenido; en definitiva, una avalancha de hierba. Era demasiado bueno para durar, chicos.
Una noche calurosa y húmeda, toc toc toc, alguien golpea la puerta de Bill. Toc toc toc, alguien golpea la puerta de Bob. Son agentes de la aduana norteamericana. “La fiesta se acabó, chavales”, informan a los jóvenes emprendedores. “Tienen 48 horas para volver a su país sin ningún proceso. Si se niegan, haremos un juicio con, al final, una pena de cárcel”. Dos días más tarde, Bill y Bob salieron de Santa Marta, dejando atrás miles de colombianos decepcionados del abrupto fin del Gold Rush. Entre ellos, un joven ladrón de coches, quien juró nunca más ser un empleado de los gringos. Se llamaba Pablo Escobar…
Nadie sabe lo que hicieron Bill y Bob al volver a su país. Pero lo que sí se sabe, es que a partir de ese momento, otra hierba un poco dorada, invadió el mercado norteamericano. Ahora crece en los Estados Unidos y la llamamos la californiana.
Con la legalización, la Colombia Gold está disponible de nuevo y sigue siendo igual de buena, ¿verdad, chicos? Otra vez su Papi Porro habla demasiado y no fuma lo suficiente. Traedme lo que queda del porro. Próximamente les contaré otra historia bonita.
Leer más sobre la marihuana colombiana en el fabuloso blog El Cannasseur : Las legendarias criollas colombianas
5